Ya está aquí la abuela

- Señorita, haga usté el favó de subir el volumen de la tele, que sale mi nieta. Detrás de la barra, la camarera no escuchaba a doña Jacinta; estaba demasiado ocupada discutiendo con un turista que movía los brazos como si fueran aspas de molinos y escupía palabrotas en vete tú a saber qué idioma (eran palabrotas, seguro). - ¡Que le he dicho que la cuenta está bien! –gritó, como si alzando la voz, el guiri la fuera a entender – ¿Cuántos son? F ive ¿no?, ¿pues cómo pretende pagar four si son five ? Que el niño se ha comido un menú completito, señor… A ver si me entiende de una vez: ¡ children también pagan! El hombre vio que no tenía nada que hacer, pagó la cuenta, hizo una señal a su mujer, a los suegros y al niño, y desaparecieron sin dejar propina ni nada. - Lo que hay que aguantar. Menos mal que una sabe idiomas, porque si no… Doña Jacinta, que había permanecido call...