Que la aguante su madre


Me voy a tomar un paracetamol a ver si con un poco de suerte se me quita esta dichosa jaqueca. Bueno, mejor que sean dos, y un Enantyum, porque con la tarde que llevo, solo me falta ahora que venga mi marido con ganas de fiesta y no sé yo si tendré el chichi pa’ farolillos.

Hoy ha venido a visitarnos por primera vez una “amiguita” de mi hijo el pequeño. Ha sido horrible. Según he abierto la puerta y la he visto... Que yo no tengo nada en contra de que vengan a mi casa las “amiguitas” de mis hijos (tengo tres) ¿eh?, pero es que esta, precisamente, conociendo a la madre… Sí, sí, la conozco muy bien, íbamos juntas al instituto y ¡menuda era!

Pero a lo que iba. ¡Ay señor, la pinta que me traía la niñita! Si es que habiéndola parido la Paqui no podía ser más repipi. Que los lazos y los vestidos de piqué ya no se llevan, alma de cántaro…

Pues nada, que ahí estaban mi niño y la muñeca repollo viendo no sé qué en la tele, sentaditos muy juntitos en la alfombra, rodeados de cojines, como dos auténticos maharajás. Yo he aprovechado para sacar la vajilla de las ocasiones especiales (regalo de mi suegra). La tengo que revisar, pero no me apetece, así que me he acomodado en la butaca para vigilar, que no me fío un pelo de esa lagarta.

La conversación entre los dos resulta aburrida, realmente soporífera. Supongo que ellos se entienden, pero a mí me ha empezado a joder tanta palabrita en clave, así que me he colocado los AirPods Max que me regaló mi Antonio por mi cumpleaños, le he dado un par de indicaciones a Siri para que me pusiera canciones navideñas de esas que me relajan, he cerrado cinco segundos los ojos para pensar y ¡oye!, que he debido quedarme dormida entre Michael Bublé y las Nancys Rubias.

Me he despertado en el momento en que la Mata Hari alargaba la mano para acariciar la mejilla de mi niño. He tirado al suelo los auriculares (mi Antonio me mata) y me he colocado en medio de los dos.

¿Pero qué se ha creído esta mona? En ese momento ha pitado el horno. ¡Coño, la lasaña!, me había olvidado. He salido corriendo hacia la cocina, con una angustia horrible en el pecho porque los he dejado a los dos solos, he abierto el horno a lo bestia y me he quemado. Si es que todo me pasa a mí; y esos dos sin vigilancia en el cuarto de estar.

Meto el brazo debajo del chorro para aliviar el dolor y escucho un ruido que me deja sin respiración. Envuelvo la quemadura con un trapo de cocina (limpio, claro) y salgo zumbando en dirección al estruendo. Me tiemblan hasta las pestañas.

¡La niña de los cojones!, parece un pato mareado. Ha intentando levantarse de la alfombra agarrándose a la pata de la mesa. No sé en qué momento ha tirado del mantel y la vajilla que me regaló mi suegra (solo la saco en Navidad y poco más) se ha ido a tomar por saco. A ella no le ha pasado nada, ¡menos mal! Tiene cara de susto y está a punto de soltar una lagrimita, pero aguanta el tipo.

Lo del mar de lágrimas ha venido después. Y no solo eso, la madre que la parió, ¡cómo giraba la cabeza!, parecía la niña de El Exorcista. Y todo porque le he quitado el chupete para que se comiera la papilla de frutas. No sé, será que no le gusta el plátano. Sin embargo, mi niño se lo ha comido todo. Si es que es un sol…

Suena el timbre, seguro que es la Paqui. Le voy a decir que a mí no me engaña de nuevo. Si se tiene que dar la vuelta porque se le han olvidado los pañales en el súper, que se joda, pero a su niña la aguanta ella, que para eso es suya.


Comentarios

  1. 🤦🏻‍♀️😂😂🤦🏻‍♀️

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  2. 🤣🤣 si es que ya empiezan muy pronto, esas lagartijas. Yo, por suerte, no tengo ese dilema. Aunque si hubiera tenido hijos, yo sería como la prota. ¡Menuda soy yo! Buenísimo, amiga.

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    1. Ya te digo. Controlando desde el principio, que luego no se sabe. 🤣🤣🤣. Muchas gracias, Charo. Un beso.

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