Culpable, la luna

 


Había elegido aquella noche tenebrosa para pedirle matrimonio, pero la luna decidió hacerle una jugarreta y cambió el color del escenario que cuidadosamente había preparado. 

Ahora todo era azul y verde… No, rojo y amarillo... No, no, era algo así como rosa chicle y gris marengo... ¿O no? 

Se llevó las manos a la cabeza y se tiró de los pelos. ¡Nunca llegaría a saberlo! Lanzó con rabia la cajita con el anillo de compromiso y la estampó contra un árbol. 

Ahora ni siquiera sabía si iba bien vestido, si la camisa le combinaba o no con el pantalón. ¡Ayyyy! ¡Cómo odiaba eso de ser daltónico!


Comentarios

Entradas populares de este blog

El vestido

Mi nombre es Lo, JLo (I)

Encargo mortal

Isabel Cabrera en "Vigila el rollo, que no se escape"

Pañuelos para los Gremlins