Vacaciones accidentadas (III)

La desaparición de Calima Cuando ‘La Justi’ abrió la puerta, Calima se lanzó literalmente a los brazos de su abuela, que se la comió a besos. Tras ella, entró una enfurruñada doña Jacinta, que emitió un gruñido en forma de saludo, y el subinspector Bernini. La inspectora Paola Martín, de homicidios, se había quedado un momento en el rellano informando por teléfono de su vuelta al comisario Ramales. Todo estaba preparado tal y como habían quedado. Paola abrazó fuertemente a su madre, le dio un par de sonoros besos y saludó educadamente a los cuatro especialistas que se habían trasladado hasta allí para ayudar a la niña. Dos de ellos, la psicóloga y el intérprete, eran colaboradores habituales de la Policía. Los otros dos expertos… Bueno, los otros dos a secas, una novicia y un chamán, era cosa de ‘La Justi’. La inspectora prefirió no hacer ningún comentario, no tenía fuerzas. Todavía no se había recuperado de la angustia vivida hacía apenas 48 horas. Era el último día de las ...