Tras las cortinas
Escurrió
la bayeta para quitar el exceso de agua y la volvió a pasar por el cristal. Movimientos
circulares, con calma, sin prisas… como le enseñó el señor Miyagi a Dani
LaRusso en Kárate Kid. “Dar cera,
pulir cera. Dar cera, pulir cera…”
Lana
observaba con preocupación cómo la inspectora Paola Martín, de homicidios, se inclinaba sobre
la barandilla; tenía medio cuerpo fuera y no había manera de llegar hasta el
final del ventanal, ni con la bayeta, ni con la escobilla con cabezal
giratorio y mango telescópico en forma de “U”, ni leches.
-
¡Mamiiiiiiiiiiii!
La
llamada a gritos de Calima desde la otra punta del apartamento le hizo
tambalearse sobre el taburete. Recuperó el equilibrio en cuestión de segundos,
pero la escobilla limpiacristales con palo telescópico incluido fue a aterrizar
sobre la calva del desagradable vecino del edificio de enfrente que le estaba sacando brillo a su Harley-Davidson
Freewheeler, color Barracuda Silver
Denim.
-
¡Me
cago en todo lo que se menea! – aulló mientras se llevaba la mano a la cabeza y
dirigía su mirada hacia las ventanas tratando de averiguar quién sería el
demente que estaba limpiando los cristales a las siete de la mañana.
De
forma instintiva, Paola dio un salto hacia atrás alejándose rápidamente del campo
de visión del vecino motorista calvo.
“Que
se joda” – dijo Lana que había presenciado la escena desde una esquina de la
cortina. Menudo tipejo, le caía mal. Se pensaba que la calle era suya. Ella lo
sabía bien, lo tenía fichado. Se había apoderado de uno de los aparcamientos de
la zona. Si se llevaba el coche, dejaba aparcada la moto (atravesada, para que
nadie más pudiera aparcar) y si se llevaba la moto, entonces era un Ford Mondeo de segunda mano el que ocupaba el
espacio.
“Ay
qué asco le tengo”, “¿Y la mujer?, ¿tú has visto a la mujer?” “Le debe dinero a
la peluquera y ¡mírala cómo va siempre!, como si fuera a una boda y no va más
allá del súper. Y encima me he enterado yo de que está liada con el cartero.
Tiene dos hijos, uno es del calvo y el otro no. Lo que no sé es si el calvo
sabe que el hijo pequeño no es suyo, aunque debería saberlo porque esos rizos
son para sospechar”.
Paola
miró a Lana, que seguía a lo suyo. “Y el de la frutería tiene un lío con la
hija de la del cuarto, ¿lo sabías? Ayer los vi, ahí en la esquinita,
abrazaditos. Que digo yo que si no tienen casa…”
-
Anda
Lana vamos, que se nos hace tarde. A ver cómo sigo yo ahora limpiando los
cristales.
-
¡Mamiiiiiiiiiiiii!
Y
encima primer día de cole. La mañana no había empezado nada bien. El
despertador había sonado a 5:45, a las 6:15 le había dado por limpiar el
ventanal del salón, a las 6:45 apareció Lana bostezando y desperezándose, 6:50
llama Mariana y dice que está enferma…
A las 7:00, Calima se despierta, grita, a ella se le cae el cacharro de
limpiar los cristales y le da en toda la calva al vecino antipático del
edificio de enfrente. ¿Pero quién se pone a limpiar una moto a las siete de la
mañana?
7:30
¡oh, oh! A correr. Calima tiene presentación y hoy entra más tarde, a las 9:15.
Mariana no está así que Paola no sabe cómo lo va a hacer porque ella a las 8:00
tiene que estar Comisaría. Mira a Lana.
-
¿La
llevas tú?
“¿Yo?,
¿en serio? Esta tía se ha vuelto loca”.
-
Nada,
descartado, ya sé que no puedes llevarla, Gracias de todas formas.
Lana
respira, de buena se ha librado. Con lo bien que está ella viendo lo que pasa
en la calle desde el anonimato que le da la cortina.
Solo
hay una opción, la niña se tendrá que quedar en “Acogida temprana”, pero resulta que solo
la “acogen” hasta las 8:30… Mal, muy mal. Descartado. Coge aire
intentando buscar una solución.
-
¡Mamiiiiiiiiiii!,
me he manchado el uniforme con el Cola Cao.
-
¡Que
ya voy!
Sin
tiempo. ¿Es que todo tiene que coincidir hoy? Se estaba quedando sin opciones.
Aparece Calima.
-
Mami,
¿sabes? Si te clavan una espada en el corazón, te mueres, pero si se te cae el
cerebro, solo te quedas tonta y luego no te caben los periódicos, ni las sumas
ni las restas ni nada.
Ya
está. No le queda otra. Coge a la niña.
-
¡Lana!,
no te hagas la remolona que te vienes con nosotras.
“Mierda”,
piensa Lana, “pues nada, que hoy ya no voy a poder criticar el modelito de la
mujer del calvo de la moto”.
Se
montan las tres en el coche, Paola mira a Calima por el retrovisor, le va
pegando chupetones a la camiseta manchada de Cola Cao, Lana prefiere mantenerse
callada por si acaso. Arranca. Se pasa la entrada al parking, pero no importa, al final le
sobra tiempo, así que sigue adelante hasta la rotonda, da la vuelta, entra y
aparca... 7:55.
-
Mami,
¿es verdad que cuando nos morimos, nos convertimos en zombies y se nos caen las
tetas?. Si los monstruos y los zombies no existen, las princesas tampoco,
¿verdad que no? ¿A que si se te abre la cabeza, se te cae el cerebro y te mueres? Mami,
ahora que se sabe que en Marte hay agua salada, cuando haya vida, pero vida de
verdad, los primeros que aparecerán serán los dinosaurios, ¿verdad que sí?
Lana mira a Paola y se prepara para su reacción. Paola quiere llorar pero se contiene y sube
las escaleras de dos en dos arrastrando a la niña y a Lana. Se encuentra al
subinspector Bernini y se lanza a sus brazos.
-
Bernini,
por lo que más quiera, yo le dejo toda la semana libre, pero necesito que a las
9:15 me lleve a la niña al cole, yo tengo dos interrogatorios.
-
¿Y
esta otra?, ¿qué hago con ella?
-
Pues
se la lleva también. A dar una vuelta por el parque, si no le importa…
“¿Perdón?
¿Cómo que esta otra? ¿y este qué se ha pensado? - Lana gruñó ofendida-. Me
llamo Lana, soy una Golden Retriever, aprendiz de espía y me conocen como la perra del visillo”.
Increíble!!! Confieso que he tardado un poquito en descubrir quién era Lana. Muy ingenioso ponerle voz como si fuera la cotilla del barrio. Genial, Arantza!!
ResponderEliminarPor cierto, soy Charo del Face.