Bon appétit

 




El sonido del reloj del horno le indicó que su última creación culinaria ya estaba lista. Abrió cuidadosamente la puerta, sacó con esmero la bandeja y comprobó satisfactoriamente que el asado estaba en su punto, mientras se servía una generosa copa de Tío Pepe. 

Todo estaba preparado, ya no quedaba nada por hornear, freír o guisar, así que se quitó el delantal y observó orgullosa su obra maestra.

Tenía fama en el barrio de ser la mejor cocinera, la más limpia, la más amable, la más atenta, la anfitriona ideal. Le encantaba recibir visitas, agasajar a sus invitados y estar pendiente de cada detalle. No se le escapaba nada; cada cubierto con la inicial del comensal, la servilleta adornada con su flor favorita, las copas personalizadas…

Solía dejar que los colores y los tejidos jugaran en la mesa con la textura, el aroma y el sabor de cada alimento, mientras los invitados admiraban su buen gusto y su buena mano, regalándole todo tipo de cumplidos. Hasta había aprendido a hablar en francés porque consideraba que le daba cierto toque de glamour a la hora de pronunciar el nombre de sus platos.

Aquella noche estaba nerviosa. Le encantaba innovar pero, en esta ocasión, era consciente de que estaba arriesgando mucho, quizás demasiado.

El menú no iba a ser apto para todo el mundo. Solo los más exigentes sabrían apreciar su talento. No quería defraudar, así que cuando tuvo que hacer la selección de catadores, descartó a frugívoros, veganos, vegetarianos, crudiveganos, flexitarianos, pescetarianos, pollotarianos y demás, e invitó únicamente a los que, según ella, “comían de todo”; un reducido, selecto y exclusivo grupo de degustadores, que eligió escrupulosamente.

Había preparado los huevos con el cabello de ángel siguiendo uno de esos tutoriales de YouTube que están tan de moda. También los muslitos (algo más flacuchos de lo que le hubiera gustado) y esas manitas de cerdo que nunca había soportado, pero que tanto placer generaba en paladares menos exquisitos que el suyo.

Suspiró y se encogió de hombros, al fin y al cabo había que darle gusto a todo el mundo ¿no?... Y se le escapó una mueca de desagrado al pensar en otras vulgaridades como las aceitunas rellenas de pimiento o la pizza con piña.

Estrujó la última porción de magdalena para desapelmazarla y la colocó con cuidado en el papelito, exactamente igual que lo había hecho más de doscientas veces a lo largo de la mañana: escogiendo los pedazos más tiernos y desechando el resto. Le dolían las manos, estaba realmente agotada.

Miró las yemas de Teresa, tan redonditas y tan bien colocaditas… “Mejor solo de Teresa, sin Santa”, concluyó. Y es que, como solía decir su abuela (que en paz descanse), hablar de religión y de política en la mesa está muy feo y solo puede acarrear problemas.

Había pensado en una tarta de San Marcos (solamente Marcos, sin San, perdón) o en un brazo de gitano, pero no había encontrado los ingredientes adecuados. Tampoco había salido bien lo de experimentar con el nitrógeno líquido. ¡Dichosos nervios!

Miró el destrozo y calculó que aún le daba tiempo a dejar su cocina impoluta antes de que empezaran a llegar los primeros invitados.

Tomó de nuevo la copa. El último trago de Tío Pepe le quemó sin piedad al resbalar por la garganta, pero hizo desaparecer el amargor de la culpa.

Lo paladeó y lo notó punzante y muy seco en boca, con un final largo y complejo. Una variedad algo más espesa, más oscura; aunque, sin duda alguna, la opción perfecta para el maridaje de aquella noche.

Alguien tocó el timbre, ya no había marcha atrás. Elegir los platillos del menú degustación había sido fácil, lo complicado iba a ser ahora explicar al resto de comensales por qué ni Ángel su marido, ni la puta de Magda, ni la casquivana de Tere, ni siquiera el cabrón del tío Pepe acudirían esa noche a la cena. Al santo de Marquitos y al gitano del puesto de verduras, nadie los echaría de menos.

Comentarios

  1. Me encantaaaaaaaaaa, eres mágica escribiendooo.. Jaajajajajajajaj como cada relato tuyo entro hasta el sabor de vino lo note.. Gracias

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  2. 🤗🤗me voy a hacer con una botellica de Tio Pepe, a ver que tal me salen a mí las p...Magdas😂

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  3. Genial Arantza, pero se me ha hecho corto. Me he quedado con ganas de probar el menú. Espero más 😜

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  4. Me encanto! Con ganas de más 😘

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