La pistola de silicona
En
una mano llevaba un café doble, cargado, con extra de azúcar, y en la otra un
cortado con condensada. No sabía para quién, pero en todas las pelis que había
visto, cuando un inspector de policía se acercaba a la escena del crimen,
llevaba un par de cafés en vasos de cartón y decía aquello de “¿Qué tenemos
aquí?”
Ahora
la inspectora era ella, tenía ante sus narices su primer caso serio y estaba
nerviosa, pero no iba a permitir que nadie lo notara. Así que se acercó con
paso firme y seguro hasta donde estaba el cordón policial, le tendió el cortado
al primer agente que se acercó, levantó la cinta de plástico, aclaró la voz y dijo: “¿Qué
tenemos aquí?”
-
Varón,
caucásico, 40 años, metro ochenta. Mujer, ésta no sé si es caucásica o no, 55
años, metro sesenta y cinco.
La
inspectora de homicidios miró detenidamente a los dos sujetos que acababa de
describir el agente. Tenían pinta de profes de Primaria.
-
Pero
si no están muertos – dijo encogiéndose de hombros.
-
Ya,
pero como si lo estuvieran. Mire, mejor va y le pregunta a la loca de la manta
que está sentada en la ambulancia.
-
¿La
que tiene la pistola de silicona en la mano?
-
La
misma, pero si yo estuviera en su lugar, lo de la pistola ni lo nombraría. Ya
ha disparado a cuatro personas, entre ellas a dos agentes que van a tardar un rato en quitarse la silicona del pelo. Vamos, que me da a mí que tendremos
que mandarlos a Turquía a hacerse un buen trasplante y ya verá usted qué movida,
porque eso no lo cubre nuestro seguro.
Un
escalofrío de terror le recorrió toda la médula espinal. Aquel iba a ser un
caso complicado, estaba segura. Examinó de lejos a la mujer de la ambulancia y
no tardó en hacer un perfil… hasta le dio pena. Había estudiado casos similares
durante su formación pero era la primera vez que se encontraba con uno frente a
frente… y era tan real…
Sentada
en la ambulancia y con la mirada perdida, aquella pobre mujer trataba de entrar
en calor con una infusión calentita (de rooibos mejor, había dicho, sin teína,
que ya tenía ella el sistema nervioso bastante estimulado), que sostenía con
una mano. En la otra, la pistola de silicona.
-
Buenas
noches, soy la inspectora Paola Martín, me encargo del caso, ¿me da el arma por
favor?
-
No
puedo, se me ha pegado a la mano.
La
inspectora suspiró y se sentó a su lado.
-
¿Me
quiere contar qué ha pasado?
La
mujer apoyó el vaso con la infusión en el salpicadero, acercó el bolso y empezó
a rebuscar (hay que ver la cantidad de cosas que caben en un bolso) hasta que
encontró el móvil. Giró como pudo la mano derecha con la que sostenía la
pistola y usó la huella del pulgar para desbloquearlo, le dio al icono del
Whatsapp y, sin pronunciar una sola palabra, se lo entregó a la inspectora
Martín.
El
primer mensaje del grupo de madres del cole era el más angustioso y horrible
que Paola Martín había leído en su vida. Un mensaje de la profe que la pobre mujer
de la ambulancia (cada vez sentía más lástima por ella) se había limitado a
reenviar al chat.
-
Buenas
tardes. Manualidades para hacer en familia. Botas: adaptar al pie, pegar al
revés y volver al derecho. ¡Cuidado! hay que dejar margen porque al dar la
vuelta encoge (foto). También hay que pegar una goma por debajo
para sujetar al zapato (otra foto). Braga: pegar a un lado y por el otro, una
goma para poder poner y quitar. Hay que hacerlo al revés y luego volver del
derecho. Cinturón: cortar tiras amarillas de 5 cm de ancho y el largo adaptado
a cada niño. Hay que unir los trozos, hacerlo detrás de la hebilla (una foto
más). Capa: fruncir por el lado más corto y poner una cinta o velcro para
atarlo al cuello. ¡Buen fin de semana!
¡Dios
mío!, pensó la inspectora, pero ¡qué mente tan cruel y retorcida y encima les
desea buen fin de semana! A partir de aquel primer mensaje, vio con claridad cómo la angustia se
había apoderado de todo el grupo.
-
¿Cómo
porras se frunce una capa? Por favor, las más
apañadas que vayan subiendo fotos.
-
¡Madre
mía!
-
¡Este
año necesitamos algo más que la pistola de silicona!
-
Yo
necesito un tutorial para tontos.
-
Pues
si lo encuentras pásalo por favor.
-
Yo
esto no lo pillo. De verdad que no. ¿Dónde hay que poner la goma?
-
¿Y
esto qué es? (foto). Es lo único de color amarillo que me llegó en la bolsa.
-
Creo
que con eso hay que hacer tiras de 5 cm de ancho y unirlas para hacer el
cinturón. Es lo único que me ha quedado claro.
-
Soy
una inútil para esto.
-
Que
sepáis que me estáis asustando.
-
Yo
ya estoy asustada desde que vi el mensaje.
-
Vamos
a ver, es carnaval, así que yo paso del velcro, le voy a poner unos tirantes a
la braga ésa.
-
Hola...
Yo creo que los laterales de la braga van pegados y en la parte alta se coloca
la goma para que se lo puedan quitar y poner bien.
-
Pero
entonces hay que coserlo, ¿no?
-
Creo
que no hay nada para coser.
-
¿Y
esto es para el lunes?
-
De
verdad que debo ser lo más torpe de este mundo para estas cuestiones. Yo no sé
cómo una goma pegada puede sujetar algo, ¿alguien puede mandar un vídeo, por
favor?
-
Cada
una tiene que usar las medidas de sus hijos.
-
¿Pero
hay que coser?
-
Entonces
el disfraz que usaron en diciembre para la actuación, ¿ya no lo van a
utilizar?, ¿puedo tirarlo?
-
¿Y
se puede hacer con silicona líquida de ésa? Yo no tengo pistola profesional.
-
¿En
los chinos ya me venden el kit? ¿La pistola ya preparada para usar?
-
¿Alguien
sabe de una mercería?
-
Pues
yo al final se lo he llevado a una costurera. 15 euros que me cobra.
-
Parece
más difícil de lo que es, en serio.
-
¿Quién
sabe cómo van las botas?
-
Yo
ya tengo bota y cinturón, pero estoy bloqueada con la braga.
-
Una
pregunta, ¿la letra A donde va?
-
¿Eh?,
¿qué letra?
-
¿La
ropa hay que llevarla al cole o van vestidos de casa?
-
Ni
idea, pero es el jueves.
-
¿Alguien
tiene el disfraz ya terminado? ¿Las botas cómo se hacen?
-
No sé si ir a Ikea. Lo mismo me lo montan
allí.
La
inspectora Martín no pudo seguir leyendo. La angustia acabó también
apoderándose de ella. Miró a la mujer con un sentimiento de compasión infinito
y pidió agua caliente a uno de los sanitarios de la ambulancia. Seguía
sujetando la pistola de silicona (evidente, la tenía pegada a la mano), mirando
a la nada. Estaba claro que era la víctima, no la culpable.
Con
todo el cuidado del mundo consiguió despegar el arma y preguntó, - ¿Esto cómo
va?
La
explicación fue rápida. Puso el adaptador y enchufó la pistola al conector
eléctrico de la ambulancia. Con la silicona ya caliente, se acercó donde
estaban los dos individuos que aún protegía el cordón policial y que por fin
habían conseguido quitarse el pegamento de todo el cuerpo.
Se
abalanzó sobre ellos y mientras disparaba una y otra vez la pistola de silicona
gritó.
-
¡Lo
vais a pagar cabrones! Mi hija empieza el cole el próximo curso.
Jajaja buenísimo (mili) besos
ResponderEliminar😂😂😂😂😂😂😂
Eliminar😂😂😂ayer me acosté a las dlce de la noche, Por Diooos!!!!
ResponderEliminarYa queda menos. ¡Ánimo! :-)
EliminarAfortunadamente mis hijos acabaron el cole y el insti antes de que llegase el grupo de whasapp para padres. Pobres los demás. :))
ResponderEliminar¡Qué suerte la tuya! 🤣🤣🤣
EliminarBuenisimo, bien contado y real como la vida misma!!
ResponderEliminarMuchas gracias 😅
EliminarAy, Arantza!! Me he muerto de risa leyéndolo. Por suerte, no he tenido que sufrir esta tortura de los whatsapp de padres /madres. Pero aquí has hecho una acertada explicación de lo mucho que llegan a sufrir los pobres con todo lo que piden los profes para sus hijos. Divertidísimo!! Voy a por más historias de la inspectora. Gracias.
ResponderEliminarP.D: soy Charo del grupo de escritores de Facebook
Un millón de gracias a ti por seguir a Paola. Solo te diré que cada una de sus aventuras tiene algo de autobiográfico jajajaj. Un beso.
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