¿Y esto cuándo lo echan?

El taxista miraba de reojo por el espejo retrovisor, aquella extraña mujer había despertado su curiosidad. Le había dado la dirección escrita en un papel y, desde que se montó, no había dejado de gesticular y mover la boca como si estuviera manteniendo una conversación con alguien, pero sin emitir ningún sonido, y soltar alguna que otra carcajada muda, que remataba con algún que otro “pero qué graciosa eres” o “me alegro de que me hagas esa pregunta”, hasta que de repente se quedó quieta. La inspectora Paola Martín, de homicidios, estaba histérica. A pesar de llevar tres días preparándose a conciencia, practicando delante del espejo y estudiando toda la información que había encontrado en CocoCo, un perfil de Instagram muy cuqui que daba consejos de comunicación (Comunicación Con Corazón, decía), no tenía muy claro que aquella entrevista en televisión fuera una buena idea. Normalmente era ella la que hacía las preguntas. Ahora, sentada en el taxi y con la mirada perdida en sus relu...