El vestido

—No puedes ponerte ese vestido. Simplemente no lo puedes llevar. —Lo sé, pero no me presiones. Ya conoces a mi madre… La tradición es la tradición. —Lo siento cariño, pero yo me voy a casar contigo, no con tu madre. Es nuestra boda, nuestro día… Y ese vestido, lo siento, pero no, no te veo con él. La boda de María y Arturo había sido lo que Carmelita llevaba años esperando. ¡Qué ilusión!, por fin tocaba desempolvar el vestido que había llevado su abuela, su madre, su tía Encarna, su prima Marga, su hermana Laly y, por supuesto, ella misma. Había llegado el momento de que el preciado tesoro familiar pasara a la siguiente generación y a ella nadie, absolutamente nadie, le iba negar el privilegio de ser la primera en hacer los honores de ceder el testigo. Con ese corte de cintura de avispa y falda voluminosa, escote en forma de corazón, drapeados y transparencias, aquel vestido de plumeti, organza y encajes de nylon, representaba todo el glamour de las bodas de alta alcurnia de...