Una chica de anuncio

Con el paso de los años aprendí, aunque me costó, que las muñecas de Famosa no siempre se dirigen al portal con la idea de hacer llegar al niño su alegría y su amistad, sino que a veces estos seres tienen otras intenciones, y no muy buenas ( Chucky, Annabelle… ). También comprendí que no hace falta turrón, aunque sea El Almendro , para volver a casa por Navidad, que la chispa de la vida no se esconde en la Coca-Cola , que el Cola Cao no es el desayuno y merienda ideal por los siglos de los siglos, y que la Nocilla no es tan fantástica porque además de leche, cacao y avellanas esconde kilos y kilos de azúcar que se transforman en grasas que se acomodan tranquilamente y sin pedir permiso en tus caderas (ahora, claro; antes no se llamaba grasa, se llamaba energía). Más de una vez esperé en el patio del colegio a que un señor con gafas y bigote bajara de un helicóptero y me pusiera margarina Tulipán en el bocata de chorizo Revilla (un sabor que maravilla) que me había prepar...